Almendares, 10 de junio de 2018
Hicimos amistad. Un poco rara, como respetándonos hasta el extremo y eran unas ganas de no tener que hablar sino que la música que nos rodeaba como un telón de fondo, no fuera a presentar filtraciones de otras cosas. Así era también Renée. Siempre había que prestar oído a un pasaje de esta o aquella canción, a una frase de esas que se nos clavan gracias a ese y no otro acorde que sirve de soporte a la palabra. A veces parecía que si no existieran las canciones la vida no sería la miama cosa. Ahora me doy cuenta de que éramos tres mundos y nos parecía que éramos uno solo (claro, la música), y aquello me daba más ganas de hacer canciones y tenerlas listas para la primera oportunidad de hacérselas sonar muy bajito. Ellas me las devolvían crecidas, armadas.
La visita de Sarah Vaughan a la Habana en enero de 1957, estremeció nuestro pequeño mundo. Yo me sentía realizada cada noche sentándome en el murito desde donde se veía y escuchaba perfectamente lo que estaba sucediendo en la pista y bebiéndome cada sonido de aquel show donde el piano de Jimmy Hones y el contrabajo de Richard Davies ponían todos los puntos sobre las íes y luego los desparramaban hechos sentimiento en clásicos como April in Paris y Septemberg song o la extraordinaria I'm glad yhere is you. Episodios donde se gestaba lo que vendría después en mi vida. Yo muchacha silenciosa recién atrevida a armar tres o cuatro canciones, convenciéndome en aquellos ratos de que mi razón de ser estaba anclada en la necesidad de no dejar escapar uno solo de los sonidos que iba salvando para toda la vida. compartieron con ella uno de esos ratos que luego no se pueden olvidar,
Renée y Elena, deslumbradas ante tanta maravilla, fueron más allá y, acompañadas del Dandy Crawford, que se las arreglaría para deshacer las barreras del idioma, lograron acercarse a la gran Sarah; y en algún rincón del casino luego del show, compartieron algunos de esos momentos que luego no se olvidan. Por ahí anda la foto del día que se emperifollaron los tres y vivieron esa preciosa aventura
Pasada la temporada, de regreso a nuestros esporádicos pero inolvidables encuentros, nos sentíamos las personas más importantes del mundo escuchando aquel disco que la Vaughan venía promoviendo. Pongo en fila los recuerdos y los estiro acariciando la esperanza de que les lleguen, amigas queridas.
Como puede verse, éste es el intento de fotografiar una foto con el único deseo de traer hasta hoy un trozo de aquellos días; nada podrá anular la carga de alegría que se desprende de ese instante vivido por quienes llegarían a ser en nuestro mundo grandes, al igual que lo fue la amable dama que accedió a compartir un rato junto a ellos sin saber sus nombres ni imaginar siquiera la grandeza que de ellos se desprendería en un futuro nada lejano. De izquierda a derecha, Elena, Renée, Dandy Crawford y la mismísima Sarah-
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